martes, 21 de noviembre de 2017

RITUAL A SAN CAYETANO PARA QUE NO FALTE EL PAN





San Cayetano, para que no falte el pan

San Cayetano es el patrono de las personas que buscan trabajo y, muy especialmente, de los desempleados. Se lo llama “Padre de Providencia”, pues es el intercesor entre la Divina providencia y los seres humanos. Durante su vida terrena, fue un noble italiano de la ciudad de Vicenza, nacido con el nombre de Gaetano di Thiene. Hijo del conde Gasparo di Thiene y de la condesa María da Porto, San Cayetano se recibió de abogado y tomó los hábitos.

Como sacerdote, se destacó por su labor humanitaria. Murió el 7 de agosto de 1547, por lo que ese día se celebra su festividad. Si teme que en su mesa falten alimentos o necesita urgentemente trabajo, pues su familia sufre necesidades, no deje de orarle a este santo.

Todos los días, al mediodía, eleve sus brazos hacia el cielo y diga esta plegaria: “¡Oh, glorioso san Cayetano, Padre de la Providencia! No permitas que en mi casa me falte la subsistencia y de tu liberal mano una limosna te pido en lo temporal y humano. ¡Oh, glorioso San Cayetano, providencia, providencia, providencia!”. Consagración del pan familiar Si desea que jamás falte el pan en su mesa, dedique un día 7 (si es de agosto, mejor todavía) este sencillo ritual a San Cayetano con toda su fe: El día anterior, amase un pan con sus propias manos. Hágalo con un kilo de harina, un poco de sal, 50 gramos de levadura y agua tibia. Amase bien el bollo, déjelo leudar y cocínelo en el horno. Al día siguiente, ubique el pan en un altar casero, frente a la imagen de San Cayetano. Encienda una vela amarilla y diga: “San Cayetano, que por tus favores pueda yo traer a mi mesa el pan, trabajando con mis propias manos”. Repita este rito siete días seguidos, añadiendo en el altar lo siguiente: el segundo día, una espiga de trigo; el tercero, una moneda dorada; el cuarto día, un puñado de semillas; el quinto, un billete de poco valor; el sexto día, un dije en forma de trébol y el séptimo día, una canasta de mimbre. Una vez que se apague la última vela, recoja el pan y el resto de los elementos en una canasta. Déjela en un lugar bien alto, dentro de su casa.

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