El Evangelio de Judas, supuestamente empleado por gnósticos cainitas, fue compuesto entre los años 139 y 150, pero desapareció por muchos siglos, hasta que en 1970 fue redescubierto en Egipto, y posteriormente traducido, ya que estaba en copto. Dentro de este texto apócrifo, Judas Iscariote no es un traidor, sino que es el discípulo predilecto de Jesús. Así, no entrega a Jesucristo por deslealtad, sino por un plan previamente trazado por él (Jesús) mismo.
A diferencia de los evangelios canónicos, el Evangelio de Judas nos presenta a un Jesús desenfadado, que se ríe con relativa frecuencia; como, por ejemplo, en el polémico episodio de la última cena, donde estalla en carcajadas cuando parten el pan en su honor, ya que él solía decir “vuestro Dios” cuando se refería a la concepción de Dios de sus discípulos, puesto que consideraba que en cierta manera eran idólatras, no por maldad sino por una ignorancia que los impulsaba a adorar al falso dios creador del mundo, cosa que, a su parecer, estaban haciendo en ese momento, cuando partían el pan en honor a él y al falso Dios que adoraban.
Dice al respecto el Evangelio de Judas (36, 19-37, 3): ‹‹”Señor, ¿cuál es la gran generación que es superior a nosotros y más santa que nosotros […]?”. Y cuando oyó esto, Jesús se rió y les dijo: “¿Por qué pensáis en vuestros corazones sobre la generación fuerte y santa? En verdad os digo, ninguno nacido de este eón verá a esta generación”››
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